Al descubrir que Marcela Brane no era tan famosa como decían, algo cambio en mi.
Pero al salir a la calle y ver a niños y niñas corriendo por la verde pradera con sus pequeños gorritos violetas con sus ojitos sintiendo el frio de su idolo, mi alma floreció.
Atardeceres con abuelas felices tejiendo en mecedoras de mimbres, los ansiados gorritos por nietos. Hombres y mujeres saliendo de sus trabajos con la alegria de portar ese gorrito que refleja mucho mas que un ideal.
Si eso no es la felicidad, ¿quien cuernos me dice lo que es la felicidad?
Al descubrir que Marcela Brane no era tan famosa como decían, algo cambio en mi.
Pero al salir a la calle y ver a niños y niñas corriendo por la verde pradera con sus pequeños gorritos violetas con sus ojitos sintiendo el frio de su idolo, mi alma floreció.
Atardeceres con abuelas felices tejiendo en mecedoras de mimbres, los ansiados gorritos por nietos. Hombres y mujeres saliendo de sus trabajos con la alegria de portar ese gorrito que refleja mucho mas que un ideal.
Si eso no es la felicidad, ¿quien cuernos me dice lo que es la felicidad?